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Olga Llorente, ganadora del Desplante Femenino de Las Minas, estrena ‘Gala, una mirada eterna’ en el Teatre Coliseum
La mujer del surrealismo, en clave de flamenco. La artista, más allá de la musa y de la esposa.
Olga Llorente, ganadora del Desplante Femenino de Las Minas, estrena ‘Gala, una mirada eterna’ en el Teatre Coliseum

La mujer del surrealismo, una biografía en clave de flamenco. Olga Llorente estrena ‘Gala, una mirada eterna’, el sábado 4 de abril en única función (17:30) en el Teatre Coliseum de Barcelona (Gran Vía de les Corts Catalanes, 595). La bailaora ganadora del Desplante Femenino de Las Minas 2019 desvela a la artista oculta más allá de la musa, la coautora del surrealismo tras la esposa del poeta Paul Éluard y el pintor Salvador Dalí. “Misterio para uno, fascinación para otro, Gala también firma la obra de dos surrealistas universales”, apunta Olga Llorente.

 

Olga Llorente coreografía e interpreta ‘Gala’, arropada a la guitarra por Jesús Núñez y Eduardo Cortés, autores de la música original con la colaboración de Mario Montoya. Al cante, Miguel de la Tolea y Luis el Granaíno. Además, Javier Morillas (chelo), David Domínguez (percusión) y los bailarines Juan Fernández y Emilio Ochando, colaborador coreográfico junto a Mara Martínez.
Dirección artística de Sonia González y diseño de luces de Olga García. El Diván de Cocó y Olga Llorente firman el vestuario, inspirado en las épocas vitales de Gala. Cervezas Alhambra patrocina ‘Gala, una mirada eterna’. Colabora Tarantos. Entradas a 30€ en Tarantosbarcelona.com.

 

Latidos de una creadora

 

El flamenco narra los episodios de Gala, cada uno introducido por las propias palabras de Paul Éluard y Salvador Dalí (textos cedidos por la Fundación Gala-Salvador Dalí). “Asocio cada palo a una emoción, de la complicidad del amor a la frustración de la separación”, explica la bailaora barcelonesa. La coqueta guajira ilustra así el dulce brote de su pasión por el emergente poeta francés, todavía Paul-Eugène Grindel, en la fría austeridad del sanatorio suizo de Clavadel. Allí, la joven ilustrada rusa, aún Elena Diakonova, se curaba de su afección pulmonar.

 

Fuente de murcia.com

 

Antes, el chelo de una melodía tradicional de su país recrea sus ensoñaciones adolescentes en el diván de la poetisa Marina Tsvietáieva, hermana mayor de su jovial compañera de instituto Anastasia. Granaína y taranto acompañan la risueña alegría de sus años de juventud, hasta que toma el tren camino de Europa, a ritmo de percusión...

 

En 1914 su amante es llamado al frente de la Gran Guerra. Las bombas marcan el martinete con bastón y la seguiriya, trágicos. Tras una escapada a Rusia, Gala vuelve a cruzar Europa y se instala en la casa de la familia de Paul en Paris. Ambos inician una relación epistolar que ya no se interrumpe hasta 1952. El amor en soledad y el amargo vacío de la ausencia se reflejan en la profunda tristeza de la vidalita, palo de ida y vuelta emparentado con las melancólicas milongas que se cantan a ambas orillas del bajo Paraná.

 

A su regreso, Paul se transforma en Elúard, el poeta mimado del surrealismo. Compleja y enigmática, su esposa fascina a la vanguardia surrealista parisina. Sin embargo, más que una musa pasiva, no sólo aviva la llama poética de su marido, sino que además prologa sus libros y colabora activamente en sus escritos, ella lo denomina ‘trabajo compatible’.

 

El oleaje del mar ejerce de transición entre la desazón vital del poeta y la explosión de risa fanática del pintor durante su encuentro en Cadaqués. Gala ya no regresará de allí

 

Fuente de murcia.com

 

Tras una introducción de habanera, la complicidad entre ambos se baila por alegrías. “Ella le adopta como su niño y como su amante”, apunta Olga Llorente. Dalí es el universo donde Gala desarrolla en libertad su propio talento literario y artístico. La firma conjunta Gala-Salvador Dalí rubrica los muchos frutos de una simbiosis donde ella no sólo inspira e inventa al genio, sino que también se crea a si misma. Así, las alegrías desembocan en la solea de su silencio interior, allí donde Dalí siempre tenía que llamar antes de entrar.

 

La escuela catalana

 

Desplante Femenino del 59 Festival Internacional de Cante de Las Minas de La Unión, Olga Llorente (28) se emocionaba al recoger su estatuilla en el Antiguo Mercado Público de La Unión, La Catedral del Cante. Durante la final embrujó a público y jurado bailando con mantón por Caracoles, palo en desuso que se remonta a los pregones de las caracoleras por las calles gaditanas del XIX. “Tiene un punto de alegría, a diferencia de la trágica seguiriya que había bailado en la semifinal”, explica. La sevillana Paula Comitre fue la otra finalista.

 

Olga Llorente bailó su seguiriya con torera y pantalón, homenaje a su principal fuente de inspiración, salvaje y racial, mujer legendaria del flamenco, Carmen Amaya. “Admiro su poderosa personalidad”, apunta sobre una bailaora universal también nacida en Barcelona (1918). Mientras que la crítica elogia su “rabia contenida”, ella define su estilo como “emocional a la vez que elegante”, abierto a las influencias de bailaoras y bailaores: “de unas y otros recojo el pedacito que me llene”. Entre ellas, destaca a Juana Maya, Eva Yerbabuena y Ma del Mar Martínez.

 

Formada en la escuela de La Tani en Barcelona, pertenece a una brillante generación del flamenco catalán. El año pasado su amigo el cantaor barcelonés Matias López Expósito ‘El Mati’ ganó la Lámpara Minera de La Unión. Reside en Madrid desde 2013 y completó su formación en la escuela de Pilar Domínguez, pero hereda el mestizaje cultural de la vena barcelonesa.

 

Durante las últimas décadas la mujer ha recuperado el protagonismo que le corresponde en un arte cuya evolución ha venido limitada por estrictos códigos machistas. Hasta los años 80 del siglo pasado, muchas cantaoras y bailaoras acababan apagando su talento en los fogones de la cocina, sólo liberado en reuniones familiares y el solitario anonimato del hogar.

 

Actualmente, el flamenco supera sus ancestrales diferencias de género. “Hoy en día un hombre y una mujer tienen las mismas posibilidades de triunfar en éste arte”, subraya Olga Llorente. Así, se genera una mayor diversidad de estilos. “Hay bailaores estilizados, incluso femeninos, impensables en otra época, al tiempo que otras bailaoras son más masculinas”, añade.

 

Olga Llorente es el último desplante de una interminable lista de mujeres del flamenco, desde nombres rutilantes de la cartelera mundial (Sara Baras, María Pagés...) a leyendas de culto indispensables en la historia de un Patrimonio Inmaterial de la Humanidad: La Niña de los Peines, Fernanda de Utrera, Merced La Serneta, La Perla de Cádiz, La Argentinita.

 

Tras graduarse en Danza Española en el Conservatorio de Barcelona, recibe clases de Antonio Canales, Farruquito, Rafaela Carrasco y Antonio El Pipa, entre otros maestros. A pesar de su juventud, su trayectoria acumula un hito tras otro: comparte cartel con Lola Greco en la obra ‘Fedra’ (2010), dirigida por Javier Latorre y Miguel Narros; actúa junto a Rafael Amargo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (2013) y con Ara Malikian en el Teatro Real (2014).

Repite con Rafael Amargo como primera bailarina de ‘Poeta en Nueva de York’, Festival de Granada y Lorca (2015); baila con Perico Sambeat y la Orquesta de Jazz de Dinamarca en el Festival de Jazz de Aarus (2016); gira por la India con Jamgarh Gipsy Terra Rosa y Bernie Marsden (2017)... También visita Argentina, Colombia, Santo Domingo, China, Japón, Rusia

 

27-02-2020 | 12:00