Arturo Fernández, nacido en Gijón en 1929, ha fallecido en la madrugada de este jueves a la edad de 90 años. El actor es uno de los rostros más reconocibles y emblemáticos del teatro español, de hecho, permaneció en activo hasta el pasado mes de abril, cuando unos problemas estomacales le obligaron a acudir al hospital. Poco después se fracturó una pierna tras una aparatosa caída. En aquel momento, Arturo, que se encontraba representando la obra Alta Seducción junto a Carmen del Valle por toda España, tuvo que cancelar sus compromisos laborales. Y es que, pese a su edad, su pasión y amor por el teatro eran incuestionables, de ahí nace el estatus que alcanzaría de auténtica institución para el teatro nacional.
La carrera de Arturo Fernández como actor, quizás desconocida entre los más jóvenes, comenzó a mediados de los 50 en el mundo del cine, donde llegó a participar en más de 70 películas tras su debut a la edad de 24 años. Lo cierto es que, pese a alcanzar su máxima popularidad en la televisión y teatro, poseía unas dotes interpretativas dramáticas sólidas, llegando a participar en más de 10 películas de cine negro. La series televisivas “Truhanes” y “La casa de los líos” fueron dos éxitos rotundos en la década de los 90 que popularizaron al actor gijonés entre el público. Desde ese momento, todo el mundo recordaría a Arturo Fernández por su personaje de galán, divertido y seductor. Obtuvo numerosos reconocimientos en su carrera, entre ellos, dos TP de Oro y un Premio Iris de parte de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión de España, además del premio a la trayectoria teatral, Premio Pepe Isbert en 2003, entregado por la mitica e hija del actor que lleva el nombre del premio, María Isbert.
La influencia de Fernández en la cultura popular está fuera de toda duda. Es alguien que caló en la sociedad española popularizando expresiones como “¡chatina!” o “¡la leche!” durante los años 90. Su pérdida ya la lamentan desde compañeros de profesión como Josema Yuste o María Luis Merlo, a líderes de partidos políticos como Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera o Pablo Iglesias. Arturo declaraba en una entrevista en 2013: “Lo cierto es que a mí lo que me gustaría es quedarme aquí para siempre. Me gusta la vida, me gusta mi trabajo. Mientras Dios y el público quieran, ahí estaré.” De lo que no cabe la menor duda es de que el público y el mundo del teatro, prefería reír contigo, que llorar tu pérdida.